Me fundo en mi cacoquimio

Te enredare mil flores en el pelo, para que se contagien de tu frío aroma y no tengas más remedio que regalarme tu sonrisa.

Yo te tomaré de la cintura para que el cielo nos envidie la dulzura, te tomaré de las manos para estar más calientítos… si quieres te doy mis rizos, para que caigas hasta las pestañas y nos miremos color amarillo, luego nos vamos de viaje hasta esa estrella que nos regalaron, pero esta mejor aquí en tus labios.

O préstame tu guitarra, te cantaré sabor a cereza o vainilla, tu solo dime lo que pensaste el otro día.

Te vi el miércoles en el viento, te miraba agua en los andes. Tal vez dije que me parecías a sabores. Tus curvas son alimento de las olas, me lo dijo una montaña, por eso te amo cuando estas lejos, por eso te quiero cuando te tengo cerquita.

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Esto tranquilo en tu lucero y bendecido de alegría, pues te tengo y no te tengo. Tu nostalgia acompaña la mía. Siempre agradecido, en los diferentes ciclos y cuando me vez desde la lejanía como me fundo en mi cacoquimio.

Te amo y no te quiero, porque quiero es de pertenencia y entre mis pertenencias no me perteneces más que la flor helada del jardín mas allá de mis miradas y el recuerdo permanente de que no te quiero (yo te quiero) ni te tengo (y te tengo). Pues te valoro más cuando no estas cerca, valoro más tu mística y tu alquimia, cuando nuestras soledades como dijo Rainer Maria Rilke se acojan, se protejan y desde luego se acaricien.

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